Recomendaciones para nuestros animales
Como cada año, se acercan las fechas en que los romeros preparan sus enseres para rendir culto a la Patrona de Almonte, la Virgen del Rocío. Miles de ellos ya estarán cuidando con especial esmero todos los detalles que rodean a sus caballerías, caballos y mulos que les acompañaran en las jornadas de esfuerzo y disfrute sobre los polvorientos caminos. Son nuestros fieles compañeros que año tras año comparten con nosotros estos días tan especiales.
Por ello debemos prestar especial atención a los cuidados que estos animales deben recibir antes, durante y después de los días del camino.
No pretendemos reiterar lo que los expertos y viejos caballistas saben desde hace tantos años sobre cómo tratar y cuidar los caballos. Estas líneas son una pequeña aportación para orientar a esos otros romeros que, no siendo profundos conocedores de las singularidades de estos bellos animales, han decidido afrontar los caminos a lomos de caballos y yeguas que algún amigo les ha prestado o que han decidido alquilar.
Sirvan estos consejos para que jinete y caballo vuelvan satisfechos a sus localidades de origen y no tengamos que lamentar como otros años las muertes de estos sufridos animales por no haber sabido darles los cuidados que necesitan durante estos días tan singulares.
ANTES DEL CAMINO
Introducir al animal paulatinamente al ejercicio.
Aquellos animales que se ejercitan poco a lo largo del año deben ser entrenados al menos dos meses antes para no someterlos a esfuerzos intensos que pudieran afectar
a su salud. Como los buenos atletas los caballos deben hacer el camino con un buen entrenamiento y acorde a sus facultades.
Cuidar su dieta y estado corporal.
Los caballos gordos o excesivamente delgados no podrán afrontar los esfuerzos que les acarrearán los caminos. Una dieta equilibrada, combinada con un buen ejercicio, harán de nuestro caballo un animal musculado sin exceso de peso. Una buena ración de grano y heno de alfalfa en cantidad acorde al gasto energético del animal es lo más recomendable.
Cuidado de los cascos.
Comprobar antes de comenzar el camino que los cascos y sus herraduras permiten al caballo desplazarse adecuadamente. Una revisión y un nuevo herrado días antes del
camino por un herrador profesional nos evitará desagradables sorpresas como pérdidas de herraduras o cojeras.
DURANTE EL CAMINO
Seamos conscientes de que el caballo es un animal vivo, no una máquina. Sepamos desde el primer minuto respetarle y tratarle como el amigo nuestro que es. Los caballos se cansan, necesitan alimentos y agua de calidad, y agradecen un trato cariñoso y unas palmadas de ánimo durante el camino. Si no olvidamos estas premisas, ya habremos comenzado de forma adecuada el trayecto junto a nuestro fiel compañero.
No obligar al caballo a esfuerzos bruscos.
La jornada debe comenzar de forma suave para que el animal pueda calentar los músculos. Hacer el camino de forma relajada, evitando galopes innecesarios. No obliguemos al animal a grandes esfuerzos justo después de aportarle alimentos o agua.
Vigilar su alimentación durante el camino.
Hay que procurar darle de beber agua fresca y limpia frecuentemente, especialmente en días calurosos. Aflojando el bocado, el caballo beberá del agua que le ofrezcamos. Si el caballo está adecuadamente hidratado, su organismo no se resentirá de la dureza del camino. Llevemos en el camino grano y heno de calidad y bien conservados. Respetemos en lo posible su rutina de horario de alimentos y que éstos sean los habituales, evitando ofrecer comida a animales muy fatigados. Evitar cantidades excesivas de alimento: es importante ofrecer un alimento balanceado y de calidad en su justa medida. Una sobrealimentación repentina puede provocar trastornos digestivos de consecuencias fatales.
Controlar el grado de fatiga del animal.
Estar atentos a la frecuencia respiratoria. Cuando ésta es elevada debemos reducir nuestra marcha u ofrecer descanso al animal. Un caballo sudoroso, con ollares abiertos y dilatados y respiración rápida es un signo característico de un animal necesitado de oxígeno por el exceso de ejercicio. Demos descanso al animal durante unos minutos y reduzcamos el paso en adelante, y no dudemos en pedir consejo a jinetes expertos que nos acompañen. Ellos sabrán en cada momento cómo actuar.
Ayudar y aconsejar a otros jinetes y denunciar los maltratos.
Colaborar con otros romeros a caballo y prestarles consejo cuando creamos que lo necesitan. Los expertos caballistas deben compartir sus conocimientos con aquellos más profanos. Pongamos en conocimiento de las autoridades cualquier indicio de comportamiento inadecuado o maltrato animal. Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, así como los servicios veterinarios del Plan Romero colaborarán en cualquier denuncia de forma inmediata contra los responsables.
DESPUÉS DEL CAMINO
Duchar al caballo y alojarlo en su cuadra.
Una buena ducha a la llegada a la aldea del Rocío con un buen cepillado favorecerá a relajar la musculatura del animal tras el esfuerzo de los días de camino. Ofrezcámosle una cuadra tranquila con una cama limpia y seca.
Alimentar al caballo de forma adecuada.
Si el animal está fatigado dejémosle que descanse al menos una o dos horas antes de ofrecerle el alimento y el agua. Éste debe consistir en grano de buena calidad con una ración de heno de alfalfa seca y sin mohos, sin aumentar significativamente la ración respecto de lo que le ofrecemos habitualmente.
Vigilemos la salud de nuestro caballo.
Especialmente los dos días posteriores a la llegada, fijémonos en la heces que produce el caballo, así como la frecuencia de la orina. Ante cualquier alteración que observemos, llamemos al veterinario de forma urgente. En estos casos, los avisos tempranos pueden salvar las vidas de nuestros amados animales.
Si montamos nuestro caballo en la Aldea o lo usamos de tiro de carros y charrets, hagámoslo de forma tranquila, evitando galopes innecesarios. Un paseo tranquilo por las calles de la Aldea del Rocío es lo mejor para nosotros y nuestros animales. No sobrecargar de personas los charrets y dejar descansar durante los paseos los mulos y caballos que notemos fatigados. Respetar a la llegada a la casa las normas de cuidados y alimentación antes descritas.